viernes, 21 de noviembre de 2014

Girasoles entre Van Gogh y Gauguin

Van Gogh, con su alma llena de ánimo durante su estancia en su hermosa casita amarilla de Arles y sobre todo ante la perspectiva de la visita de su admirado Gauguin, decoró su habitación con seis cuadros de girasoles.
Gauguin la describió de esta forma:

En mi habitación amarilla había girasoles de ojos púrpura sobre un fondo amarillo. Estaban en un jarrón amarillo sobre una mesa amarilla. En una esquina del cuadro estaba la firma del pintor: Vincent. El sol amarillo que brillaba a través de las cortinas amarillas de la habitación inundaba de oro toda esta magnífica flor [...] Oh, sí, el divino Vincent amaba el amarillo [...] yo adoraba el rojo

Los girasoles, se convirtieron en un símbolo de la relación entre los dos pintores. Cuando se conocieron en París, en 1887, Gauguin le pidió intercambiar el cuadro Dos girasoles por uno de los suyos.

La relación entre los dos artistas fue intensa. Se admiraban mutuamente y a la vez rivalizaban y discutían hasta que la relación terminó repentinamente de forma trágica. Van Gogh trabajaba de forma rápida e impulsiva. Gauguin prefería unos trabajos más elaborados, con diferentes estudios preliminares.

Esta experiencia estética provocada por los girasoles dio a su vez, como contemplador de la experiencia estética exaltada de Van Gogh la obra "Van Gogh pintando girasoles" de Gaugin.

La escena está tomada desde arriba. El encuadre recorta los componentes esenciales: el pintor, la paleta, el caballete y la mesa con el jarrón de girasoles. El centro del cuadro queda bastante vacío. La tela es de cañamazo con una superficie granular. Gauguin aplicaba pintura relativamente seca en una capa fina.
El retrato de Van Gogh pintando girasoles refleja la tensión entre los dos pintores. La mirada es trastornada, extiende el brazo y maneja el pincel de forma forzada como un autómata. La posición tensa es una muestra de su inestabilidad. El contraste del fondo, con líneas de color horizontal sin contenido, resaltan el ánimo del pintor. Van Gogh reconoce su estado: «Era yo realmente, tal como estaba entonces, extremadamente cansado y cargado de tensión.» Según Gauguin, la apreciación de van Gogh fue: «Soy yo realmente, pero enloquecido».

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